En el escrito anterior hablamos del verdadero origen de la Pascua, es una fiesta
que Dios marcó para que se celebrara para siempre, fue cuando el pueblo de
Israel es liberado de la esclavitud en la que vivieron por cuatrocientos años
bajo la opresión de Egipto.
Jesús
la noche que fue aprehendido estuvo celebrando la Pascua con sus discípulos y
en esa cena también celebró el Nuevo Pacto, del cual hablaremos hoy.
El nuevo
pacto es el pacto de la gracia, el cual Jesucristo consumó en la cruz. Y así
como aquel pueblo fue liberado después de matar un cordero, asarlo y comerlo,
además de aplicar la sangre sobre los dinteles de sus casas para ser librados
de la muerte. De la misma manera pero espiritualmente, nosotros al creerlo y
participar de Él, somos trasladados de un ámbito de tinieblas y pecado, hacia
una nueva atmósfera de luz y vida.
Al
celebrar la Pascua estamos celebrando nuestra libertad en Jesucristo, y ahora
de forma legal recibimos todo lo que él pagó en la cruz, ese único pacto que
ahora nosotros celebramos en comunión con él, nos lleva a recibir más grandes
cosas de lo que recibió aquel pueblo que fue liberado: primero de la muerte,
después de la esclavitud y además aquellos salieron enriquecidos, fuertes y
ninguno enfermo. ¿Cuánto más crees que nosotros podemos recibir de Jesús al
creer?
¿Por
qué el nombre de Pascua? Es la traducción del hebreo Pésaj, que significa
“pasar” Este término hace referencia a lo que Dios dijo: “Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo.”
¿Ahora dime? ¿Qué tiene que ver tan grande y maravilloso acto de amor, con unos huevitos de coneja? ¡Nada! (Brevemente te comento que ya sé a qué se refiere aquella tradición de una coneja poniendo huevos, pero no me extenderé, es una tradición pagana, lo cual significa que es contraria a Dios. –Puedes buscar en goolge “Origen del conejo de pascua”-).